martes, 12 de mayo de 2015

En amor a dos


Era una tarde soleada, viernes 11 de abril de 2014, cuando la sonrisa más bonita del mundo apareció entre la multitud. Tres treinta de la tarde y ahí estaba yo, terminal de transportes de pasajeros de Cali, esperando la llegada de un apuesto joven con quien me escribía desde hace meses por internet.

La química del amor es una expresión acertada. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento. Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas). Sus efectos se hacen notar al instante, el corazón late más de prisa (130 pulsaciones por minuto), la presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.

Así comenzó todo, descendió de un bus automotor y sus ojos me buscaban en aquel lugar, no me encontraron y decidió marcar a mi celular. Después de ubicarme empezó a caminar hacia mí. ¡Por Dios! Me temblaba todo, mis manos estaban frías y mi boca no sabía que iba a decir pero ¡Oh sorpresa!, se acercó a mí y sin mediar palabra me beso, ¡siiiii! así de la nada me beso. No le importo su alrededor, ni siquiera me lo consulto, sólo me besó.  No se imaginen el beso común. Creo que quería sorprenderme y lo logró. Sentada en una silla sin espaldar, puso su mano derecha sobre mi espalda y la izquierda sobre mi cara, sus labios contra los míos y mi cuerpo en un ángulo de casi 180 grados. No sé cómo lo hizo pero ahí estábamos los dos, besándonos por primera vez ¡cómo de película! Ese es ahora mi galán, el galán de mi película, está próximo a cumplir 21 años, tiene unas cejas espectaculares y una sonrisa deslumbrante.

El amor, esa vaina sin explicación que la neurociencia expone desde una perspectiva química. Se ha descubierto que en el amor, el cuerpo libera sustancias que provocan distintas reacciones principalmente la dopamina, la serotonina y la oxitocina. La Doctora Helen Fisher (profesora de antropología e investigadora del comportamiento humano en la Universidad Rutgers), así como Bianca P. Acevedo y Arthur Aron (Doctores en psicología en la universidad Stony Brook en Nueva York) han estudiado el amor romántico desde un punto de vista científico durante muchos años. Sus estudios han dado lugar a conclusiones importantes, como por ejemplo: cuando los enamorados observan a la persona de su interés se incrementa la producción de dopamina que se asocia con una energía excesiva, euforia, y atención enfocada al amado así como un aumento de serotonina que incrementa la felicidad. Entonces, aquella tarde yo era más dopamina y serotonina que cualquier otra cosa.

El ocho de cada mes celebramos ser novios, el primero de cada febrero celebramos la aparición del uno en la vida del otro. Después de esa tarde soleada nos dimos a la tarea de conocernos y unos meses más tarde, la de querernos. Hoy por hoy son 15 meses a su lado. Dios quiera que sean muchos más. No obstante, entre todas estas explicaciones bioquímicas que podrían terminar arrancándole al amor su mágico misterio, hay una verdad que se sostiene como un templo: mantener por mucho tiempo una relación, es mas de razón, comprensión y habilidad. Entonces ¿Qué hacer para lograr que esta química inicial no se diluya? La respuesta es fundamentalmente una: amar  con inteligencia.

El estudio realizado por estos tres doctores sugiere que experiencias nuevas y satisfactorias entre la pareja puede provocar la producción de dopamina, que sería algo así como re – enamorarse. Otro secreto de las relaciones duraderas, según la  Dra. Fisher es el prolongar las ilusiones positivas. Es decir, ver siempre el lado positivo del compañero de vida, lo que de alguna manera ayuda a estar satisfechos con la relación y no dejar que la monotonía apadrine el amor.

¿Qué más les puedo contar? Es maravilloso, disciplinado y entusiasta, ¡que afortunada soy de haberlo encontrado! Cientos de miles de habitantes en el planeta  y desde esa tarde empezamos a ser solo dos. Ahora nos apoyamos, aprendemos y crecemos juntos.  Me dice cosas bonitas, me consiente y manda rosas a mi puerta. Lo importante, sin embargo, más que saber qué sustancias u hormonas secreta nuestro cuerpo al estar enamorados, es saber que el amor es verdadero y puede durar toda la vida, si tan solo hacemos lo posible por otorgarle a nuestra pareja momentos inolvidables. Después de todo como dice la Dra. Fisher,Puedes conocer todos los ingredientes de un pastel de chocolate y todavía encontrarlo delicioso”.



Somos más que solo sustancias químicas.

Por Lina Esmeralda Alegría
Comunicación social y periodismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario